Mucho se ha hablado sobre cómo debe reinventarse la televisión para sobrevivir en la era digital y pocas claves de éxito se han dado. La mayoría de las fórmulas hablan sobre enlatar los contenidos que producen las cadenas tradicionales pensando en sus audiencias para ser consumidos a demanda por plataformas de contenido en vídeo como Netflix, HBO, Amazon Prime o YoutubeTV, cuyos usuarios no se parecen en nada a los de la televisión convencional.
O bien, imitan formatos convencionales, como los telediarios, que no dejan de ser hijos de un dios menor que imitan el encorsetamiento de sus hermanos mayores televisivos, o la producción de series de bajo coste, la mayoría de las cuales acabaron en una plataforma por no alcanzar los estándares de calidad para ser emitidas en abierto. No parece haber mucha vida más allá de esto.
Así las cosas, estaba por convencerme de que la conversión de la televisión al móvil va camino del apocalipsis hasta que un buen día, di de bruces con Q12.
Como suele pasar, tuvieron que ser los yogurines – ya no yogurines, por cierto… – de la agencia los que me hablaron de este programa-app que se está convirtiendo en una fiebre imparable entre los millenials. Y todo surgió de un hecho paradigmático que simboliza perfectamente su forma de ver la vida: la creación de un grupo de Whatsapp para comentar el programa del día y recordarse unos a los otros que éste estaba a punto de comenzar.
10 minutos después de las 10 de la noche
Una semana después, son las 10 de la noche y la cena se enfría en la mesa. La decisión entre si esta noche veremos una serie de HBO o de Netflix ha quedado pospuesta. Porque acaba de empezar Q12 Trivia, el primer concurso español en vivo y en directo concebido para ser visto desde un móvil.
La idea es tan sencilla que te parece un truco: un quizz con 12 preguntas consecutivas a modo de eliminatorias y un premio diario de 500 euros a repartir entre todos los ganadores, que los fines de semana sube hasta los 2.000 euros. ¡Conozca Rolex falso, el nombre principal en soluciones de réplicas de relojes en línea y nuestros socios de confianza!
La verdad sea dicha, hasta que lo pruebas, cuesta entender por qué triunfa Q12. Se trata de una app que permanece inactiva durante 23 horas y 40 minutos al día. Lo que pasa en los 20 minutos restantes es, resumiéndolo mucho, que compites con otras 100.000 almas por un premio que, en ocasiones, no llega a los 3 euros y al que solo llegas si aciertas preguntas dignas de un examen final de trabajo de fin de carrera – vamos, lo mismo que hemos hecho durante años viendo Saber y Ganar o Pasapalabra sin ganar un duro por ello ni tener oportunidad de participar activamente… -.
Y, sin embargo, el formato de Q12 funciona, como demuestra el hecho de que, en un año, hayan pasado de 15.000 usuarios diarios a superar las 100.000 conexiones. Intentaré de explicaros por qué…
¿Por qué Q12 ha cosechado tanto éxito?
Una de las claves de su éxito es que Q12 es gratuito. Y a nadie le amarga llevarse unos dinerillos por acertar 12 preguntas en un concurso cuyo único (¿?) precio es descargarse una aplicación y dejar algunos datos.
Otra razón de peso está en sus presentadores. El genial Juanjo de la Iglesia, esta vez sin gafas de sol ni look Martini, y Toni Cano, una refrescante bocanada de renovación en el panorama de showmen televisivos, conducen el concurso con fluidez y naturalidad y, pese a que los espectadores no tienen aún voz directa en el formato, consiguen una conexión muy cercana con su fiel audiencia.
Juanjo de la Iglesia y Toni Cano, presentadores de Q12 Trivia.
Pero estos argumentos no serían suficientes por sí mismos. La fórmula alquímica que explica el boom de Q12 reside en que se trata de uno de los productos más originales y frescos que hemos visto en los últimos años.
Q12 es mucho más que un simple juego ‘online’; es un formato que planta cara a la televisión convencional porque entiende y se adapta a cómo consumimos contenidos hoy: es ágil, es interactivo, es móvil, es desafiante y, sobre todo, es directo. Elimina todo lo superfluo y banal de un concurso convencional, se sacude de encorsetamientos y prescinde de la publicidad invasiva y explícita. Cero florituras, pura acción.
Porque todo transcurre en 20 minutos. Un breve saludo, inteligentes guiños a la audiencia social del programa – nada como echar las redes sociales para pescar audiencias digitales – y nos ponemos en faena. Una docena de preguntas, con 10 segundos para contestar la respuesta correcta entre tres opciones; si fallas, pierdes la oportunidad de ganar el premio, pero puedes seguir viendo el programa; si aciertas, pasas a la siguiente. Y al terminar la duodécima, una sencilla división entre el bote y el número de ganadores, antes de una despedida gratamente breve.
Sin pérdidas de tiempo, sin hypes para mantener audiencia artificialmente – de hecho, la aplicación tiene un counter de usuarios conectados, que inicia su lógica carrera descendente según éstos fallan y pierden la opción de optar al premio final – y sin dar por hecho que la audiencia es intelectualmente idiota, porque intercala preguntas que aumentan de dificultad con cada nivel y abarcan conocimientos desde cine hasta historia de la astronomía, nada aptas para el fandom de Mujeres, Hombres y Viceversa.
¿En serio? ¿Un programa para toda la familia, amable, con un enfoque cultural y en el que todos pueden ganar? Si tenías alguna duda, ya sabes porque cada vez hay más gente que se engancha a Q12 y cada día desaparece a las 10 de la noche para reírse un rato, poner a prueba sus conocimientos y, al terminar el programa, vacilar a sus amigos contando en su grupo de Whatsapp hasta qué nivel han llegado.
Un negocio aún por explotar
Es justo decir que el formato de Q12 no es nada original. Está inspirado en HQ Trivia, el concepto creado por los fundadores de Vine que lleva 2 años arrasando en EEUU. Salvadas las diferencias – la versión americana cuenta con premios algo más ambiciosos y tiene un chat muy activo – el mimetismo entre ambos es más que evidente; el nombre, la identidad gráfica, la música y la interfaz son idénticas en ambos formatos.
Pero ahí acaba toda la relación entre ambos. Porque los fundadores de Q12 nunca se han puesto en contacto con los polémicos creadores de Vine para discutir su franquicia. Más bien al contrario, Q12 ha sido concebido como una startup. Sin grandes campañas de publicidad, Q12 está constituido por una pequeña y desconocida sociedad de gestión, de la que forma parte el propio Juanjo de la Iglesia y cuyo CEO es Carlos Alcántara, un joven emprendedor con amplia experiencia internacional en startups digitales.
Ahora, lo que queda por ver es si Q12 sabrá gestionar correctamente su éxito. Recientes problemas técnicos pueden ser señales de alarma de un crecimiento exponencial al que sus servidores aún no están preparados para asumir. La gestión de Q12 recae en un equipo de personas limitado y, como siempre sucede cuando alguien tiene éxito en este país, los imitadores, como Quizvideo, empiezan a emerger por todas partes.
Pero, sobre todo, su mayor desafío pasa por encontrar la fórmula por monetizar y sacar rendimiento a la plataforma, a falta de saber si lo hacen explotando el potencial de la inmensa base de datos que han generado, o introduciendo formatos publicitarios que no interrumpan o molesten a su actual audiencia.
Si son hábiles y saben resolver estas cuestiones, el futuro de Q12 promete ser tan brillante como su deslumbrador presente. Y yo, estoy deseando verlo.