Ayer en Linkedin me crucé con un interesantísimo artículo que describía una acción de marketing online creativo compartido por Víctor Guerra, como por principio hago con cada contenido que él comparte (no dejes de seguirle en Twitter), la abrí para descubrir una fascinante campaña de marketing digital enmarcada en el SXSW, famosísimo festival de «música, cine e interactividad», utilizando la app de ligoteo Tinder como canal y una alta carga emocional como catalizador del mensaje.
Antes de nada, te describo la acción, vas a a lucinar con la idea:
Los usuarios de Tinder en el SXSW festival recibían contactos (o iniciaban ellos contacto) de una atractiva joven de 25 años que responde al nombre de Ava. Encima de este texto encontráis la fotografía de la joven en cuestión. Así transcurrían las conversación, en la que claramente Ava flirteaba con sus interlocutores. O tinderlocutores.
Pero después de abrir el Instagram de Ava… ¡Chascazo! lo que encontraron fue material publicitario de la película Ex Machina, y Ava resulto ser un bot que representaba a la propia Ava de la película, la robot que quiere saber cómo es y se siente ser un humano.
Fantástica acción ¿verdad? Traslada a la vida real parte de la trama central de la película haciendo sentir al usuario exactamente como el protagonista de la película «¿me he sentido atraído por un bot?». Una experiencia de marca conceptualmente fantástica pero, y he aquí el mini debate que teníamos Víctor y yo, ¿se han pasado de la raya?
No me refiero tanto a temas de spam o de invasión de la privacidad porque, aunque si Marina Brocca me oye igual me regaña, dentro del marco de una acción de este tipo en la que impacto, sorpresa y en definitiva la experiencia del usuario se va a ver recompensada por esa pequeña invasión, se autojustifica. Lo importante es que la experiencia final del usuario sea satisfactoria.
Pero esa es precisamente la cuestión: ¿Seguro que la experiencia final del usuario es satisfactoria? Esta pregunta es la que me hubiera hecho dudar y posiblemente rechazar esta acción si yo hubiera sido responsable de la agencia de marketing online encargada. No tengo claro si la experiencia de ligar con un bot, que al final de la historia no sólo es un bot, también es un anuncio, sería catalogada como positiva o negativa por la mayoría de ellos.
No es una opinión firme, estoy dispuesto a dejarme convencer de lo contrario, pero sí me presenta serias dudas. Incluso teniendo en cuenta todo el ruido capaz de generar posteriormente contando lo sucedido y con posts como este mismo, me echa para atrás generar asociaciones negativas con el producto.
¿Tú qué opinas?