Como hemos podido comprobar los pasados días, Internet y las redes sociales pueden ser un arma de doble filo. Pueden ayudarte a posicionar tu marca personal y hacer crecer un proyecto o hundirte en cuestión de horas por la publicación de materiales inadecuados. Lejos queda el tiempo en el que cuando navegábamos buscábamos el anonimato en la red; ahora estamos sobre-expuestos y cuanto antes lo entendamos como usuarios antes haremos de este entorno un lugar mejor.
Tenemos la responsabilidad de hacer un uso adecuado de las redes públicas que visitamos y ser ante todo conscientes de que el paradigma de consumos y hábitos en la red ha cambiado. En el pasado, tu nick en el IRC o en los foros que frecuentabas era uno de los santos griales de nuestra vida online. Nunca sabías quién estaba en el otro lado. Cierto, numerosas son las historias de quienes se conocieron en persona usando los primitivos canales de comunicación que la red nos brindaba, pero eso es el pasado, cuentos de abuelo cebolleta.
La llegada de las bitácoras personales (¿recordáis esa denominación?) a mediados de los 90 y su expansión a principios de siglo XXI favoreció que el usuario pudiese crear sus propios contenidos en la red, haciendo de este un lugar mucho más rico, pero complejo en cuanto a su uso. Una de las primeras fases de democratización de la red. E hizo acto de presencia el hedonismo, antes solo mostrado tímidamente en perfiles que escondían el anonimato del usuario, haciéndose patente en una suerte de espejo distorsionado en el que cada uno podía mostrar las diapositivas de su vida de la forma en la que quisiese, creando así una nueva versión de nuestros múltiples avatares online.
Como en la vida real, las personas no son inmutables. Cambian. Internet también. Las viejas bitácoras y webs de la ‘era lycos’ dejaron de indexarse hace mucho tiempo en los buscadores, desapareciendo incluso muchas de los servidores. Ya apenas, salvo que sepas hacer un buen uso de herramientas avanzadas de monitorización (o trastear bien con Google) puedes husmear en viejos hilos de foros pretéritos ¿Respiras tranquilo? Los consumos de información personales fueron desplazándose a otros espacios en apariencia de uso privado pero igualmente públicos. Los buscadores afinaron la manera de poder encontrarte, porque nosotros hemos querido. En la última década perdimos el miedo al uso de nuestros nombres personales o a vincular nuestros avatares online a nuestras personas físicas. Las primeras fases de vida de las redes sociales (una evolución del clásico foro a un entorno mucho más controlado, en apariencia) nos invitaban a ser nosotros. Ahora, por ejemplo, Facebook nos lo exige. Puedes burlar al gigante una o dos veces, o esperar a que cambien su políticas de uso, pero tal vez seas uno de los millones de usuarios que se han visto obligados a usar ‘nombres reales’ en esa red en las múltiples batidas que esta ha hecho buscando usuarios ‘no personas’. Por no hablar de redes de reclutamiento o de exposición de CV; nunca antes ha sido más fácil saber (hasta donde queramos) qué hemos hecho en nuestra vida laboral.
Curioso el concepto de usuario ‘no persona’ o ‘no real’, cuando detrás de cada nickname, como decíamos al principio, siempre ha habido individuos ¿Cuándo perdimos el recelo a la exposición en la red? Twitter te permite un relativo anonimato siempre y cuando no caigas en la tentación de usarlo como un chat privado en el que cuentas tu vida o compartes tus fotos -o si terminas siendo objeto de una investigacion policial-. Nos gusta (ahora) exponernos. Aplicaciones y redes de geolocalización (con mucho más éxito en otros países que en España) pueden hacer un mapa de tu día a día si así lo deseas. Y puedes compartirlo, con todos, en tus sites. ¿Qué uso le damos a esos sites? ¿Son de verdad nuestros y controlados por nosotros? La respuesta solo depende de ti y del uso que hayas hecho de ellos.
Salvo que a lo largo de tu vida online hayas hecho una escrupulosa selección de qué usuarios te siguen en tus redes o con quienes compartes tu vida en Facebook podemos afirmar que ahora, en verdad, no sabes hasta qué punto hay cosas que pueden escaparse a tu control, como por ejemplo todas las redes de publicación de imágenes, que no solo son una fuente estupenda de hábitos de consumo sino que pueden retratar un perfil de persona con solo un vistazo si eres un profesional del área. ¿Portadas de Facebook y fotos de perfil? Son públicas desde hace tiempo. No vas a poder evitar siempre que en algunos ejercicios de reclutamiento alguien evalúe qué tipo de imágenes o fotos usas. Y eso, nos dicen, señala también qué tipo de personas podemos ser.
No, poco está ya bajo nuestro control y como usuario debes tenerlo muy presente si quieres hacer un buen uso de este medio, igual que no se te ocurriría en la antigua Grecia acudir al ágora solo para soltar improperios al respetable para relajarte (y sabiendo que al exponerte en la plaza podían dártela de vuelta)
¿Pensaste alguna vez que los mensajes o fotos que publicabas continuarían un eterno camino de línea recta sin que la inercia los detuviese hasta perderse en el infinito? Más bien lo que hacemos a diario es lanzar miles de boomerangs en todas direcciones que, o impactan en el lugar menos afortunado, o regresan en el momento más inoportuno para recordarnos que nuestra vida en la red es una extensión más de nosotros mismos.